jueves, 17 de noviembre de 2011
Adaptación al medio ambiente por el oso polar
El linaje evolutivo del oso polar se remonta
al de los miácidos, pequeños mamíferos arborícolas que aparecieron hace 30-50
millones de años y que están considerados como los primeros carnívoros
verdaderos. Los miácidos se propagaron rápidamente y -hace unos 32 millones de
años- originaron tres ramas principales que corresponden a los primeros
“gatos”, “perros” y “focas” conocidos. Una rama de estos primitivos cánidos
empezó a adquirir rasgos ursinos hasta desembocar, en el Mioceno inferior -hace
unos 20 millones de años-, en los Ursavus, el ancestro de todos los osos
actuales.
El
tamaño del oso polar no superaba el de un zorro, pero esta línea evolutiva
empezó a adquirir peso y tamaño hasta dar lugar a los primeros Ursus, durante
el Mioceno superior y Plioceno inferior -hace unos 5-10 millones de años-. De
una rama de estos ancestrales Ursus derivó en Europa el oso etrusco (U.
Etruscus), gran úrsido del Pleistoceno inferior, que luego evolucionó en el
formidable y recientemente extinguido oso de las cavernas (U. Spelaeus). Otro
linaje úrsido dio lugar en Asia a Ursus prearctos, y posteriormente a otras
especies, cada vez más parecidas al oso pardo actual. Este último apareció en
China hace unos 600.000 años y pronto empezó a colonizar Eurasia.
El oso polar está cubierto con una piel
abundante y de una gruesa capa de grasa, el oso polar se encuentra a sus anchas
en las heladas extensiones donde habita. Su pelaje es una de las obras maestras
de la naturaleza. Como el de muchos mamíferos boreales, está formado por una
capa exterior de pelo recio que protege otra interior de pelos más finos. El
poder aislante de esta capa inferior se ve realzado aún más por el hecho de que
cada uno de sus pelo es hueco y está lleno de aire.
Estos
pelos, además, son transparentes y sólo nos parecen blancos porque reflejan
todo el espectro visible; una buena parte de la luz solar que en ellos incide
se refleja hacia dentro y, tras un intrincado recorrido, llega hasta la piel
negra del oso, la cual, debidamente cubierta por el “pelaje invernadero”, se
convierte en uno de los captadores solares más eficiente del mundo. El oso
polar, perfectamente adaptado a la gélida temperatura del mar. Aunque suele
nadar lentamente, el oso polar es capaz de alcanzar una velocidad de unos 6,5
km/hora y de mantenerla durante cierto tiempo. Cuando está agotado de nadar,
descansa flotando y quizá por usar este método es capaz de franquear distancias
de más de 60 km.
A fines de otoño y en invierno, las focas anilladas
mantienen abiertos agujeros en la superficie del hielo para respirar y salir a
tierra. Estas focas son muy individualistas: cada una excava sus propios
agujeros, defendiéndolos con ahínco. Sobre el hielo, las focas dominantes
incluso les niegan la entrada a los individuos más jóvenes e inexpertos, y
éstos tienen que buscar otra ruta hacia el agua, convirtiéndose entonces en
presa fácil para cualquier oso que transite por la zona. Así, cuando una foca
se halla sobre el hielo, el oso polar se acerca sigilosamente e intenta
capturarla por sorpresa. Si consigue llegar hasta ella, le golpea el cráneo de
un zarpazo y si el animal no muere de inmediato lo remata con mordiscos en la
nuca.
Adaptacion al medio ambiente por el oso pardo
El oso pardo ocupaba originariamente la práctica
totalidad de Europa y Asia, gran parte de la mitad oeste de Norteamérica y
algunas zonas de Oriente Próximo y del Magreb. Y aunque esta área se ha ido
reduciendo progresivamente en los últimos siglos, todavía es muy extensa, hasta
el punto de que en ella se estima que aún habitan entre 200.000 y 250.000
ejemplares, un número realmente notable para un carnívoro de su talla.
Los osos pardos ocupan una gran variedad de hábitats, desde semidesiertos fríos, como sucede en el Gobi (Mongolia), hasta zonas costeras o la tundra ártica, como ocurre en Alaska. Sin embargo, su hábitat preferido es el forestal, por lo que se trata de uno de los mamíferos más característicos de los extensísimos bosques de coníferas de la taiga siberiana o escandinava, de los bosques mixtos del este de Europa y de los Pirineos, o de los bosques caducifolios de hayas, robles y abedules de la Cordillera Cantábrica. Las pequeñas poblaciones de osos que resisten en la Europa occidental están vinculadas a los macizos montañosos más agrestes, donde el acoso humano es menor.
Los osos pardos ocupan una gran variedad de hábitats, desde semidesiertos fríos, como sucede en el Gobi (Mongolia), hasta zonas costeras o la tundra ártica, como ocurre en Alaska. Sin embargo, su hábitat preferido es el forestal, por lo que se trata de uno de los mamíferos más característicos de los extensísimos bosques de coníferas de la taiga siberiana o escandinava, de los bosques mixtos del este de Europa y de los Pirineos, o de los bosques caducifolios de hayas, robles y abedules de la Cordillera Cantábrica. Las pequeñas poblaciones de osos que resisten en la Europa occidental están vinculadas a los macizos montañosos más agrestes, donde el acoso humano es menor.
Incluido
dentro de los carnívoros, se considera al oso como un perfecto omnívoro, capaz
de comer e ingerir los más variados alimentos, de modo que su dieta
prácticamente incluye todas las materias digeribles, aun cuando van a estar
condicionadas por las disponibilidades alimenticias de una zona y época del
año. Así consume vegetales como frutos otoñales (madroños, castañas, uvas,
arándanos, frambuesa, endrinos, etc.), setas, babosas, caracoles, insectos y
dentro de estos particularmente hormigas y sus huevos, las que come en gran
cantidad, para lo que levanta con sus zarpas los hormigueros, así como abejas y
panales de miel; también incluye en su dieta a los reptiles, como culebras,
lagartos o lagartijas, los anfibios, particularmente a las ranas; aves y
huevos; así como mamíferos y micro mamíferos; además de peces, de los que el
salmón es su bocado preferido. Todo ello sin desdeñar la carroña.
También
perseguido por sus ataques a los cultivos, al ganado doméstico, tanto ovino
como vacuno, así como por los daños que ocasiona a la caza mayor, como ciervos,
jabalíes, cabras montesas o rebecos, ha motivado la necesidad de establecer
sistemas compensatorios de indemnización a los afectados por los daños
ocasionados.
En
cuanto a los sentidos, el más desarrollado es el olfato excelente, finísimo del
que depende mucho para su supervivencia y búsqueda de alimento. El oído, lo
tiene también muy desarrollado y es extremadamente agudo y desarrollado. Por el
contrario la visión no la tiene muy desarrollada, aunque puede ver los colores
durante la noche. A larga distancia reconocen formas pero no detalles, y
detectan mucho mejor animales u objetos en movimiento que inmóviles. En algunas
situaciones desfavorables pueden erguirse sobre sus patas traseras para
aumentar su campo de visión. Gracias a este mecanismo pueden detectar a larga
distancia muchas de sus fuentes de alimento y también el estado sexual de otros
ejemplares durante la época de celo.
El
oso se considera una especie relativamente reciente en su aparición en el
planeta, estimándose que su antepasado fue un mamífero hoy extinguido llamado Hemicyon,
que se considera antepasado del oso y las hienas y que daría paso a otro
antecesor más, el Ursavus, que habitó hace unos 20
millones de años, estimándose que el oso pardo actual apareció como especie en
el Plestioceno Inferior.
En torno
al sueño invernal del oso, hay publicado todo un mundo literario, al haber
atraído desde la antigüedad al hombre. Por lo general el oso se retira a
invernal a la llegada de los primeros fríos del otoño, aunque pueden producirse
algunos retrasos en años benignos. Normalmente inverna en cuevas o grutas de
poca profundidad, aunque también puede hacerlo encajonado en grandes troncos
huecos. Los osos menores de tres años de edad invernan en grupo, mientras que
los de mayor edad lo hacen solos. La osera es cuidadosamente acondicionada para
el invierno, para lo que es recubierta con musgo, helechos, hojas y ramas
secas, formando una confortable cama, tapando la entrada con ramas. Durante las
primeras semanas de encierro el oso sale frecuentemente al exterior, en
ocasiones a diario, para defecar y orinar, pero poco a poco las salidas se
harán más esparcidas hasta cesar.
Este
sueño invernal del oso no constituye una verdadera hibernación, sino que sume
al oso en un estado llamado de sopor, en el que puede efectuar esporádicas
salidas, ya que el oso no entra en un verdadero letargo, ni siquiera en un
profundo sueño, sino en un estado de sopor en el que sus sentidos permanecen
alerta.
Con la
llegada de la primavera el oso recobrará su actividad. El animal vuelve todos
los años al mismo lugar de invernada a no ser que sea molestado o se produzca
alguna grave contrariedad.
Adaptaciones al medio ambiente de las vacas.
Las características de la
adaptación al clima tropical son, por su parte, parcialmente
detectables, por ser los
elementos del clima muy difícilmente aislables del ambiente total, que incluye
la
alimentación, la capacidad
de pastoreo, la resistencia a la
insolación. Las pocas pruebas existentes son, en
realidad, menores o
constituyen medidas imprecisas de la
adaptación total al medio. Esta adaptación total se
expresa en las tasas de
sobrevivencia, fertilidad, longevidad, algunas de las cuales serán examinadas
por otros
ponentes.
En América, es mayor
la preocupación por la ganadería de clima tropical. El énfasis menor puesto en
la de
climas templados se
debe a que los tipos de ganado y de forrajes, y las técnicas de su explotación,
provienen de Europa o de otras
regiones templadas y por eso se implantan con relativa facilidad en las áreas
de clima templado de América Latina.
Estas áreas se extienden al norte y al sur de los paralelos 23°27', es decir,
el trópico de Cáncer en el norte y el
trópico de Capricornio en el sur. A nivel del mar, toda la franja acotada por
ambos paralelos es tropical, con
ausencia total de heladas pero con humedad muy variable. En montañas y valles
sobre el nivel del mar, la masa
terrestre se modifica y adquiere características templadas, cuya variación
estacional es menor a medida que la zona se
aproxima al Ecuador.
Lo dicho, que es
obvio para cualquier habitante de los países comprendidos en la faja tropical,
suele ser
olvidado por algunos
investigadores de clima frío que consideran como adaptación tropical la de
ganados
europeos instalados
en México a 1 500 msnm. Desde luego: una mayor proximidad al Ecuador requeriría
alturas
mayores para obtener
la misma semejanza con los climas templados. Además de la altura, los vientos y
las lluvias pueden introducir
modificaciones particulares. Por tal motivo, es conveniente describir el clima
al menos a través de dos de sus
principales elementos, es decir, la temperatura y la humedad relativa. En
ausencia de datos sobre la última, se pueden
utilizar las cifras que registran la precipitación pluvial. Ambos elementos,
medidos cada mes, proporcionan 12
puntos que, desarrollados en ordenadas y coordenadas, describen gráficamente el
clima de un lugar determinado.
Es corriente dividir
este desarrollo gráfico en cuatro porciones, mediante una línea horizontal a
los 21°C y una
línea vertical a la
altura del 55% de humedad. Las curvas formadas por la unión de las 12
mediciones mensuales
determinan, si se
hallan por encima de los 21°C, lo que convencionalmente se designan como climas
tropicales;
si, además, se
encuentran a la derecha del 55% de humedad, se los considera tropicales
húmedos.
Un estudio de esta
naturaleza fue realizado por French (1958) para analizar la ganadería de Venezuela.
No
hemos localizado
estudios similares de la ganadería de otros países involucrados en esta
reunión.
La división de
climogramas según se hallen por encima o
por debajo de los 21°C se traduce en bases
fisiológicas
relacionadas con la ganadería. Mediante una serie de investigaciones efectuadas
en cámara climática, Johnson (1965)
descubrió que las razas lecheras menos adaptadas a los ambientes cálidos
empezaban a realizar gastos energéticos
extraordinarios - es decir, salían de la zona de termoneutralidad -
precisamente por encima de
los 21°C.
Porque, justamente,
la respiración es, en ambientes cálidos,
lo primero que reacciona en el bovino como
mecanismo adicional
de ventilación pulmonar y evaporación
para mantener la homeotermia. Si este gasto
fisiológico adicional
fracasa, se eleva la temperatura rectal. Basándose en estas observaciones, se
desarrollaron en América Latina ideas
relativas al índice de tolerancia al calor. En Brasil, Rhoad (1944) elaboró lo
que se ha
conocido luego como
la Prueba de Iberia de tolerancia al calor y Benezra (1952) en Venezuela trató
de mejorarla
incluyendo la
consideración del ritmo respiratorio. Ambas pruebas cayeron en desuso ante la
evidencia acumulada de que la verdadera
adaptabilidad al clima tropical incluía muchos otros factores, no tomados en
cuenta por esos índices simplistas.
La vida total del animal, en relación con el medio que lo rodea, incluye la
fortaleza neonatal, la sobrevivencia, el
rápido desarrollo de la inmunidad a las enfermedades y a la parasitosis
endémica, la capacidad de pastoreo, la
resistencia prolongada a la insolación, además de la resistencia al calor y a
la humedad. Parecía lógico medir la
productividad del ganado y tomarla como índice de adaptabilidad. Sin embargo,
se hicieron algunas observaciones
en Costa Rica y Venezuela que incluían las reacciones directas al clima de los
ganados Criollos.
En Turrialba, Costa
Rica (de Alba y Couto Sampaio, 1957), se efectuaron pruebas de seis horas, con
ocho
grupos raciales, en
dos ambientes distintos: 25°C y 13 mm de presión de Hg, y 40.5°C y 25.5 mm de
presión de
Hg. En ambos casos
las pruebas se realizaron tanto de día como de noche. La prueba adolecía de
restricciones de muestreo, ya que
solamente se podían emplear ocho animales en la cámara, de dos tipos
diferentes, o sea, cuatro animales de cada
raza. Algunos grupos (Jersey, Brahman) estaban constituidos por vaquillas
producidas por el mismo toro.
Esta restricción se
originaba en que solo se quiso utilizar animales criados en la vecindad de
Turrialba, para
evitar la interacción con experiencias previas provenientes de otros climas. La
prueba reveló
algunos aspectos
interesantes, que deben considerarse más como una orientación general sobre las
diferencias que como el conocimiento
exacto de las razas del muestreo
Una de las
observaciones más sobresalientes del estudio indica que el ganado Brahman
reveló constantes de
temperatura rectal
estadísticamente diferentes según que la
prueba fuera diurna o nocturna. Esto se refleja
claramente en el
número de respiraciones por minuto durante la prueba en cámara: a 40.5°C,
promediaron 86 en
las diurnas y 103 en
las nocturnas. En la prueba nocturna los animales parecían mas nerviosos, lo
cual permite
suponer que logran
una mayor capacidad de resistencia al calor durante el día reduciendo su
metabolismo y su
actividad muscular,
pero a condición de recuperar su nivel
metabólico por la noche. Las vaquillas de Criollo
lechero
centroamericano experimentaron las mismas reacciones, tanto de día como de
noche. Esto indicaría que los mecanismos de
resistencia tropical desarrollados por cada uno de esos dos tipos de ganado no
son iguales. En materia de
temperatura rectal, el comportamiento del Criollo centroamericano fue muy
similar al del F2 Pardo Suizo × Cebú, y
decididamente superior al de las razas europeas lecheras más especializadas
En Venezuela se
efectuaron pruebas de campo relacionando el clima con la producción y algunas
constantes
fisiológicas de
ejemplares del Criollo lechero Limonero comparadas con las del Pardo Suizo.
Estas experiencias
se realizaron en
Maracay (Bodisco y Castillo, 1962).A una temperatura de 24°C se detectó en
ambas razas una
producción de leche
inferior al promedio individual; sólo a temperaturas superiores a los 25.9°C el
descenso era
más pronunciado en el
Pardo Suizo que en el Criollo lechero Limonero. Sin embargo, en los meses de
mayor
precipitación
pluvial, estos últimos producen mas leche que durante los meses secos (103.6%),
mientras que el
Pardo Suizo desciende
al 98.7% y hasta al 96.4% en los meses más húmedos. Esto indica que la mayor
disponibilidad de
forrajes en pradera es mejor aprovechada por el Criollo lechero Limonero,
mientras que el Pardo
Suizo, con mayor
humedad, encuentra más difícil pastorear y aprovechar ese forraje. Estas
observaciones fueron sustanciadas por otro
estudio (Castillo y Bodisco, 1964) que midió el comportamiento en pastoreo de
ese ganado.
Para las pruebas se
escogieron cinco vacas de cada raza; las observaciones, diurnas y nocturnas, se
extendieron tres días en marzo
(estación seca) y otros tantos en setiembre (estación lluviosa). Las
variaciones individuales observadas no
permitieron conclusiones muy claras. Sólo se pudo afirmar que la diferencia de
tiempo dedicado al pastoreo - según se
produjera en la estación seca o en la lluviosa - era mayor en el Criollo
Limonero que en el
Pardo Suizo; y que
las variaciones, según el día de prueba, eran mayores en el último que en el
primero. El
número de
respiraciones por minuto se reveló más uniforme en el Criollo Limonero con un
promedio de 44.6 en
marzo y de 43.1 en
setiembre. En cambio, los promedios del Pardo Suizo fueron de 61.2 y 70.7,
respectivamente.
Al parecer, esta
respiración acelerada interfiere el proceso de prehensión de pasto en la
pradera: el Criollo
Limonero promedió
29.6 prehensiones por minuto durante la actividad de pastoreo en marzo, contra
19.4 en
setiembre. Por el
contrario, el Pardo Suizo promedió 24.6 y apenas 16.6 prehensiones por minuto,
respectivamente. Es
lógico suponer que el consumo total de forraje se relaciona con esta diferente
capacidad para morderlo.
Esta clase de pruebas
no se repitieron en ninguno de los estudios posteriores realizados por los
países con
interés en el ganado
adaptado al trópico. Debe señalarse, no obstante, que en Brasil se efectuó un
estudio que toma en cuenta algunas
constantes fisiológicas como coadyuvantes a la selección del ganado de carne en
ambientes tropicales (Gomes da
Silva, 1973). Se detecto una correlación genética entre incremento diario de
peso y temperatura rectal
(r=0.90), y entre incremento de peso y ritmo respiratorio, en 192 animales de
cruzamiento entre Cebú y Charolais.
Este tipo de
investigaciones no están contempladas en los programas de mejoramiento genético
de ganados
Criollos. El único
trabajo conocido (Ulloa y de Alba, 1957)
se refiere al conteo de garrapatas (
Boophilus
microplus) y de nuche
o tórsalo ( Dermatobia hominis) en diversas áreas del cuerpo del bovino durante
9 meses
del año; se trataba
de sendas superficies de 10 cm2 en el costillar, el escudo y la paleta. El
estudio incluyó a
Criollos lecheros
centroamericanos de tres orígenes, San Rafael (Rivas) y Reyna, ambos de
Nicaragua, y un tipo
proveniente de
Honduras, así como al Jersey y F1 Suizo × Cebú
Sé calculo la
correlación entre las infestaciones provocadas por los dos parásitos en conteos
por vaca
individual, lo que
arrojó un índice no significativo. Esto se debe a que, aunque los grupos más
resistentes al
tórsalo (Honduras)
también lo fueron a la garrapata, la variación individual no mostraba esa
correlación.
Precisamente en el
grupo mas resistente el conteo detecto vacas con cero tórsalos y más de 100
garrapatas durante todo el período de
observación. Las técnicas de detección del desarrollo de la inmunidad a las
garrapatas que
progresaron en
Australia (Hewetson y Nolan, 1967) no han sido aplicadas al ganado Criollo
americano; tampoco
las relativas al
desarrollo de la inmunidad a las enfermedades transmitidas por la garrapata.
Hay que anotar que el Criollo Blanco
Orejinegro de Colombia debe su existencia y prestigio a su demostrada
resistencia al tórsalo. Se ha localizado un solo
trabajo que cuantifica esa resistencia, estableciendo comparaciones entre el
Blanco Orejinegro y el Costeño con
Cuernos. La observación de 10 animales de menos de un año, a los 80 días de
haber sido desparasitados,
arrojó el siguiente resultado: 4 tórsalos por cada Blanco Orejinegro contra 284
por cada Costeño con Cuernos (Botero,
1976).
La carencia de datos
experimentales sobre la resistencia a los parásitos internos y otras
enfermedades obliga a
recurrir a algunas
observaciones empíricas. En Turrialba, Costa Rica, una región particularmente
infestada por el
gusano del pulmón (
Dictyocaulus viviparus), las estirpes que formaron el Criollo lechero -
provenientes de un
clima tropical mas
seco que el de Turrialba, donde es escasa la presencia del Dictyocaulus- no han mostrado
alguna resistencia
palpable a ese parásito. En zonas con fiebre aftosa endémica tampoco se ha
observado ninguna resistencia en las
estirpes Criollas.
Adaptaciones al medio ambiente del cerdo
Debido a su capacidad innata, los cerdos son capaces de adaptar su conducta al medio ambiente que los rodea; esta capacidad de adaptación del comportamiento a menudo se da por sentada, asumiendo que los animales se pueden ajustar a cualquier situación.
Posiblemente sea cierto el hecho que los animales son más adaptables en lo que refiere a conducta y adaptación que en lo nutricional, pero debemos ser conscientes de los límites que tiene su flexibilidad.
En este trabajo veremos algunos aspectos del comportamiento de los cerdos al alimentarse.
Características básicas del acto de comer
Algunos autores han descripto a los cerdos como comedores continuos, queriendo decir con esto que consumen pequeñas cantidades de alimento en forma frecuente. Sin embargo estas apreciaciones parecerían estar basadas en observaciones casuales y no en un análisis sistemático de los datos.
La clave para el análisis es saber cuándo cambia la motivación del animal entre comer y dedicarse a hacer otras actividades. Los intervalos más cortos son el resultado de las pausas que el cerdo hace durante un período de aprehensión, conseguir agua y volver a comer; pero esto no representa un cambio en la motivación, el verdadero cambio en la motivación se separan por intervalos más largos. En otras palabras los intervalos al comer de menos de 20 minutos se consideran como parte de la misma alimentación, mientras que los de más de 20 minutos de duración son considerados como verdaderos espacios entre comida (Hsia y Word-Gush ).
Los cerdos en corrales individuales ingirieron 12 comidas al día cuando se les proporcionó 8,5 horas de luz y 15,5 horas de oscuridad, pero aumentaron a 18 veces por día cuando se les dio luz continua. Aún cuando estos datos son limitados, parece ser que los cerdos comen entre 10 a 20 veces por día. Esta cantidad de ingesta disminuye entre los cerdos de mayor edad aún cuando están alojados en grupos y cuando se exponen a foto períodos normales.
En términos generales el cerdo es un animal diurno, lo cual significa que es activo principalmente durante el día , sin embargo, los cerdos feral son capaces de adaptarse a patrones de actividad nocturna, sobre todo si se exponen a la caza.
Los hábitos de alimentación que se observan en los cerdos domésticos son afectados por los patrones de iluminación y por la capacidad de acceso a los comederos. Personalmente creo en el patrón de mayor consumo durante las horas crepusculares de la mañana y de la tarde cuando tienen un foto período de 8 a 12 horas de luz, este patrón crepuscular también se puede ver cuando los cerdos evitan comer durante las horas de más calor, aun cuando también hemos observados patrones sostenidos de consumo a lo largo de todo el día, incluso en épocas de verano. Estos resultados indican que los patrones de conducta alimenticia durante las horas de luz son muy flexibles y que están afectados por diversos factores, pero la actividad de consumo nocturno es por lo general baja.
Fue posible sostener el patrón de consumo crepuscular cuando se utilizaron la cantidad de animales recomendadas por el fabricante de un tipo de comedero, 10 animales por boca; sin embargo este patrón estuvo diferenciado cuando se alojaron 20 animales, y llego a ser esencialmente contiguo a lo largo de las 24 hs cuando el grupo aumento a 30 animales ( Walker 1991). No se sabe que tan estresante es la transición de los patrones de consumo diurno a los nocturnos, resultante de la escasez de espacio de comederos.
En los comederos que se usaban anteriormente y en algunos que todavía se fabrican, el consumo se dificultaba con toda intención con la finalidad de disminuir el desperdicio, al lograr que los cerdos realicen un esfuerzo para conseguir su alimento, los fabricantes esperaban evitar la acumulación de alimento en las bocas de los comederos, para prevenir el desperdicio, en la actualidad varios fabricantes han adoptado el enfoque de facilitar el consumo, permitiendo que los cerdos tengan un acceso más fácil al alimento proporcionando bocas mas espaciosas. La mayoría de los comederos están diseñados con esta intención, este enfoque reduce el desperdicio al permitir los movimientos naturales al comer, sin que esto favorezca el desperdicio de alimento.
Estos dos enfoques pueden generar diferentes velocidades de consumo. La velocidad de consumo de 80 cerdos en un comedero con bocas espaciosas fue de aproximadamente 37 grs./segundo, pero se aumentó a 62 grs/segundo, con un comedero de espacio restrictivo en el tamaño de las bocas.(Gonyou et al, 2007). El hecho es que el consumo de alimento sea proporcional al peso metabólico, y que la tasa de ingestión sea proporcional al peso corporal, da como resultado un mayor tiempo de duración prandial para los lechones que para los cerdos en terminación.
La forma en que se presenta la dieta afecta la velocidad de consumo, siendo el consumo en pellets bastante más rápida que la forma de presentación en harina, pero la adición de un 30 % de agua en el alimento harina incrementó la velocidad de consumo aun por encima de la de los pellets, pero la adición de agua a estos no tuvo efecto alguno.
En evaluaciones recientes con cerdos en crecimiento y terminación, determinaron que comen tres veces más rápido si el alimento se mezcla con agua (1: 1) antes de presentárselo al animal y que en los comederos seco/húmedo dedican menos tiempo para comer pero ingieren hasta un 5% más de alimento, en comparación con el tipo de comedero seco. Nuevamente, la capacidad de adaptación de la conducta de los cerdos a las distintos tipos de comederos y forma de presentar el alimento, se manifiesta en su comportamiento al comer.
Otros tres aspectos de la actualidad que influyen al comportamiento y a la nutrición son:
Las cerdas y las estereotipas
Las hembras de reemplazo y cerdas madres mantenidas en sistemas de confinamiento modernos de producción es frecuente que desarrollen conductas estereotipadas. Las estereotipas se han definido como movimientos repetidos en forma regular, cuya forma es idéntica y que carecen aparentemente de utilidad (Odberg). En las hembras de reemplazo y cerdas adultas las estereotipias consisten en movimientos repentinos orales y nasales como morder, masticar y hozar dirigidos a distintas partes del ambiente, algunos autores los consideran como indicadores de estrés y deficiencias en el bienestar animal.
Sin embargo, este aspecto se complica con la sugerencia de que las esteriotipas sirven como mecanismo de adaptación y ayudan al animal a soportar un ambiente adverso.
Esta hipótesis sugeriría que el grado de bienestar animal con esteriotipas es mayor que el de las cerdas que no la tienen. (Bergeron) informo que las cerdas con mayores niveles de esteriotipas tuvieron aumento de peso significativamente menores durante la gestación que las cerdas con menor grado de esteriotipas.
Se describen tres etapas de la conducta estereotipadas, la primera de las cuales se caracteriza por una conducta obsesiva en respuestas a una situación frustrante. En la segunda etapa esta conducta se torna fija y automatizada, mientras que en la tercera etapa se alcanza cuando la conducta se realiza fuera de las circunstancias originales de frustración o muestra una emancipación de su causa original.
Una vez establecida las estereotipias es muy difícil resolverlas. Se ha sugerido que la realización de conductas repetitivas refuerza la liberación de beta-endorfinas (Cronin), lo cual significaría que este tipo de conducta es auto gratificante. Las posibles razones de estereotipas en las cerdas gestantes son dos, el hambre y el confinamiento. Por si solo el hambre no es suficiente para generar estereotipias, puesto que los animales hambrientos no las muestran a menos que también tengan limitados sus movimientos.
Distintos trabajo demuestran que las cerdas que recibieron 4 Kg. de ración por día fueron menos activas y mostraron menor grado de estereotipias independientemente de las condiciones de su alberge. Estos resultados demuestran que tienen más posibilidades de desarrollar estereotipas la restricción de alimento que el confinamiento solo. (Bergeron) tuvo en cuenta varis aspectos de conductas estereotipadas en la cerda y evaluó más a fondo la interacción entre estereotipas ambiéntales y nutricionales.
Encontró que el hecho de proporcionar más espacio y libertad de movimiento no es suficiente para prevenir el desarrollo de este tipo de conducta. En cuanto a lo nutricional hay dos factores a tener en cuenta, una falta de energía, lo cual produce hambre, y la falta de fibra, el hecho de administrar a las cerdas una dieta rica en energía sin incrementar la cantidad de alimento redujo la incidencia de estereotipias, lo cual sugiere que el hambre es una causa importante. Sin embargo, la práctica de proporcionar a la cerda una cantidad excesiva de fibra, no redujo consistentemente la conducta estereotípica.
La pregunta es porque no todas las cerdas desarrollan estereotipas o, en otras palabras, que otras alternativas conductuales emplean algunos animales. Las razones no están bien claras, sin embargo, se han hecho algunas sugerencias, algunos autores sugieren que los animales tienen distintos niveles de tolerancia a su ambiente, otros, observaron diferencias genéticas, los individuos también pueden diferir en su predisposición a adquirir hábitos.
Adaptaciones al medio ambiente
Para empezar a hablar de adaptación hay que
partir por definir este concepto, es por eso que decimos que adaptación es: es
el proceso por el cual el organismo se va haciendo capaz de sobrevivir en
determinadas condiciones ambientales.
Esta capacidad de supervivencia se transmite
de generación en generación a través de caracteres hereditarios que permiten
aumentar la capacidad de supervivencia de los individuos. El sistema
respiratorio de los mamíferos marinos, como el delfín, la ballena, las focas y
los lobos marinos, se ha modificado a través del tiempo para permitir que el
animal permanezca sumergido en el agua durante un tiempo largo. Y así con los
distintos tipos de vertebrados, reptiles, etc. las adaptaciones son distintas,
ya que no es lo mismo vivir rodeado de agua que vivir rodeado de aire; no es
igual desplazarse en el agua que desplazarse sobre el suelo.
Las adaptaciones de un organismo a un medio
determinado son procesos lentos y complejos que dan como resultado que en los
seres vivos se formen o desarrollen órganos adecuados que les permitan realizar
su vida en dicho medio.
TIPOS DE
ADAPTACIONES:
Adaptaciones estructurales:
En el curso de la evolución, los organismos
han experimentado sucesivas adaptaciones estructurales cuando el medio ambiente
cambio o cuando emigraron a un nuevo medio ambiente. Como resultado de las
readaptaciones sucesivas muchos organismos actuales poseen estructuras o
mecanismos fisiológicos inútiles e incluso nocivos, que en un tiempo le
brindaron ventajas manifiestas cuando el organismo estaba adaptado a un medio
diferente.
Las adaptaciones de diversas partes de la
boca de algunas animales a los alimentos que ingieren figuran entre las más
sorprendentes que pueden citarse. Las partes bucales de algunos insectos están
adaptadas para aspirar el néctar de ciertas especies de plantas; en otros, la
adaptación es para chupar sangre por picadura o para mascar vegetales. Los
picos de varias clases de aves y los dientes de algunos mamíferos pueden
adquirir gran adaptación para tipos peculiares de alimentos.
En muchos animales, la adaptación
especializada a cierto genero de vida es simplemente la ultima fase de una
cambiante sucesión de adaptaciones. Por ejemplo tanto el hombre como el
babuino, cuyos inmediatos antecesores eran arborícolas, regresaron a la
superficie del terreno, de modo que se readaptaron a la marcha.
Tenemos como ejemplo el caso de los canguros
trepadores de Australia son descendiente de marsupiales de vida exclusivamente
en el suelo; de estos derivaron formas que por radiación adaptativa volvieron a
los árboles y se desarrollaron miembros adaptados para trepar. Algunos de estos
marsupiales dejaron de nuevo los árboles y se readaptaron a la vida del
terreno, con alargamiento de las extremidades posteriores como las conocemos
hoy día en los canguros, adaptados a la marcha a saltos. Algunos de estos
canguros recurrieron por tercera vez a los árboles, pero sus patas estaban ya
tan especializadas al salto que no podían asirse a un tronco, de modo que hoy
trepan abrazándose a ellos, a la manera de un oso.
Adaptaciones fisiológicas:
Uno de los tipos de mutaciones favorables es
la que abrevia la temporada del crecimiento de un vegetal o del tiempo total
necesario para que un insecto llegue a la fase adulta. Estas mutaciones
permiten que un organismo sobreviva más alejado del ecuador, lo que le brinda
nuevas áreas de espacio vital y nuevas fuentes de alimento.
Otros seres han resuelto el problema de vivir
en las regiones polares mediante el recurso de quedar adormecidos durante la
estación más fría o por migración. Muchas aves, pero solo unos pocos mamíferos
emigran hacia el sur para evitar los crudos meses del invierno.
Otros mamíferos (monotremas, musarañas,
roedores y murciélagos) se adormecen durante las temporadas invernales.
Las aves y los mamíferos son los únicos seres
con mecanismos reguladores de la temperatura interna, que se mantiene constante
a pesar de grandes fluctuaciones de la externa. Estos animales termostatitos se
denominan homeotermos (sangre caliente) por contraste, los peces, anfibios,
reptiles y todos invertebrados son poiquilotermos (sangre fría), puesto que su
temperatura es casi la misma que la del ambiente.
Los peces de mar están adaptados a sobrevivir
dentro de cierta gama de presiones, y por lo tanto a una profundidad
determinada. En consecuencia, los animales de la superficie perecen aplastados
por las enormes presiones de la profundidad, mientras que los abismales
estallan en la superficie. Por ejemplo: la ballena, por excepción puede sufrir
grandes diferencias de presión, hasta la de 800 metros, al parecer sin
inconveniente. Se supone que los alvéolos pulmonares se colapsan al llegar la
presión a cierto punto y los gases no pasan a la sangre.
Adaptaciones al color:
Las adaptaciones para supervivencia son
evidentes en el color y disposición de plantas y animales, así como en su
estructura y procesos fisiológicos. Los especialistas en ecología reconocen
tres tipos de adaptación al color: coloración
protectora o de
ocultación, que permite al organismo entonar con el fondo y pasar así inadvertido
a sus enemigos; coloración de
aviso, la cual consiste en tonos brillantes y visibles, llevados por los
animales venenosos o de gusto repulsivo para advertir a los posibles enemigos
de presa que vale mas que no los devoren, y mimetismo con el cual el animal toma el aspecto
de otro ser vivo o incluso de un objeto inanimado.
La coloración protectora puede servir para
ocultar al animal que desea escapar a un enemigo potencial, o ser adoptada por
dicho enemigo con el fin de pasar inadvertido a su posible presa.
Si un animal esta equivocado de colmillos
distribuidores de ponzoña, mecanismos hara aguijonear reservas de productos
químicos que les den sabor repulsivo, es ventajoso para ellos que esta cualidad
sea bien conocida, por lo que es frecuente que los seres de este tipo exhiben
colores de advertencia.
Sirve de ejemplo interesante un sapo europeo
con piel abdominal intensamente roja; este animal dispone de unas glándulas
cutáneas cuya secreción les comunica sabor muy desagradable.
Adaptaciones mutuas entre especies:
La evolución y adaptación de cada especie no
se ha cumplido en un vació biológico, independiente de las otras formas: antes
al contrario, muchas especies ejercen influencia indudable sobre la adaptación
de otras. El resultado ha sido que ciertos organismos vivan en estado de
dependencia mutua de insectos.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
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