jueves, 17 de noviembre de 2011

Adaptaciones al medio ambiente de las vacas.


Las características de la adaptación al clima tropical son, por su parte, parcialmente
detectables, por ser los elementos del clima muy difícilmente aislables del ambiente total, que incluye la
alimentación, la capacidad de pastoreo, la resistencia  a la insolación. Las pocas pruebas existentes son, en
realidad, menores o constituyen medidas imprecisas de la  adaptación total al medio. Esta adaptación total se
expresa en las tasas de sobrevivencia, fertilidad, longevidad, algunas de las cuales serán examinadas por otros
ponentes.


En América, es mayor la preocupación por la ganadería de clima tropical. El énfasis menor puesto en la de
climas templados se debe a que los tipos de ganado y de forrajes, y las técnicas de su explotación, provienen de Europa o de otras regiones templadas y por eso se implantan con relativa facilidad en las áreas de clima templado de América Latina. Estas áreas se extienden al norte y al sur de los paralelos 23°27', es decir, el trópico de Cáncer en el norte y el trópico de Capricornio en el sur. A nivel del mar, toda la franja acotada por ambos paralelos es tropical, con ausencia total de heladas pero con humedad muy variable. En montañas y valles sobre el nivel del mar, la masa terrestre se modifica y adquiere características templadas, cuya variación estacional es menor a medida que la zona se aproxima al Ecuador.
Lo dicho, que es obvio para cualquier habitante de los países comprendidos en la faja tropical, suele ser
olvidado por algunos investigadores de clima frío que consideran como adaptación tropical la de ganados
europeos instalados en México a 1 500 msnm. Desde luego: una mayor proximidad al Ecuador requeriría alturas
mayores para obtener la misma semejanza con los climas templados. Además de la altura, los vientos y las lluvias pueden introducir modificaciones particulares. Por tal motivo, es conveniente describir el clima al menos a través de dos de sus principales elementos, es decir, la temperatura y la humedad relativa. En ausencia de datos sobre la última, se pueden utilizar las cifras que registran la precipitación pluvial. Ambos elementos, medidos cada mes, proporcionan 12 puntos que, desarrollados en ordenadas y coordenadas, describen gráficamente el clima de un lugar determinado.
Es corriente dividir este desarrollo gráfico en cuatro porciones, mediante una línea horizontal a los 21°C y una
línea vertical a la altura del 55% de humedad. Las curvas formadas por la unión de las 12 mediciones mensuales
determinan, si se hallan por encima de los 21°C, lo que convencionalmente se designan como climas tropicales;
si, además, se encuentran a la derecha del 55% de humedad, se los considera tropicales húmedos.
Un estudio de esta naturaleza fue realizado por French (1958) para analizar la ganadería de Venezuela. No
hemos localizado estudios similares de la ganadería de otros países involucrados en esta reunión.
La división de climogramas según se  hallen por encima o por debajo de los 21°C se traduce en bases
fisiológicas relacionadas con la ganadería. Mediante una serie de investigaciones efectuadas en cámara climática, Johnson (1965) descubrió que las razas lecheras menos adaptadas a los ambientes cálidos empezaban a realizar gastos energéticos extraordinarios - es decir, salían de la zona de termoneutralidad - precisamente por encima de
los 21°C.
Porque, justamente, la respiración es, en ambientes  cálidos, lo primero que reacciona en el bovino como
mecanismo adicional de ventilación  pulmonar y evaporación para mantener la homeotermia. Si este gasto
fisiológico adicional fracasa, se eleva la temperatura rectal. Basándose en estas observaciones, se desarrollaron en América Latina ideas relativas al índice de tolerancia al calor. En Brasil, Rhoad (1944) elaboró lo que se ha
conocido luego como la Prueba de Iberia de tolerancia al calor y Benezra (1952) en Venezuela trató de mejorarla
incluyendo la consideración del ritmo respiratorio. Ambas pruebas cayeron en desuso ante la evidencia acumulada de que la verdadera adaptabilidad al clima tropical incluía muchos otros factores, no tomados en cuenta por esos índices simplistas. La vida total del animal, en relación con el medio que lo rodea, incluye la fortaleza neonatal, la  sobrevivencia, el rápido desarrollo de la inmunidad a las enfermedades y a la parasitosis endémica, la capacidad de pastoreo, la resistencia prolongada a la insolación, además de la resistencia al calor y a la humedad. Parecía lógico medir la productividad del ganado y tomarla como índice de adaptabilidad. Sin embargo, se hicieron algunas observaciones en Costa Rica y Venezuela que incluían las reacciones directas al clima de los ganados Criollos.
En Turrialba, Costa Rica (de Alba y Couto Sampaio, 1957), se efectuaron pruebas de seis horas, con ocho
grupos raciales, en dos ambientes distintos: 25°C y 13 mm de presión de Hg, y 40.5°C y 25.5 mm de presión de
Hg. En ambos casos las pruebas se realizaron tanto de día como de noche. La prueba adolecía de restricciones de muestreo, ya que solamente se podían emplear ocho animales en la cámara, de dos tipos diferentes, o sea, cuatro animales de cada raza. Algunos grupos (Jersey, Brahman) estaban constituidos por vaquillas producidas por el mismo toro.
Esta restricción se originaba en que solo se quiso utilizar animales criados en la vecindad de
Turrialba, para evitar la interacción con experiencias previas provenientes de otros climas. La prueba reveló
algunos aspectos interesantes, que deben considerarse más como una orientación general sobre las diferencias que como el conocimiento exacto de las razas del muestreo

Una de las observaciones más sobresalientes del estudio indica que el ganado Brahman reveló constantes de
temperatura rectal estadísticamente diferentes según que  la prueba fuera diurna o nocturna. Esto se refleja
claramente en el número de respiraciones por minuto durante la prueba en cámara: a 40.5°C, promediaron 86 en
las diurnas y 103 en las nocturnas. En la prueba nocturna los animales parecían mas nerviosos, lo cual permite
suponer que logran una mayor capacidad de resistencia al calor durante el día reduciendo su metabolismo y su
actividad muscular, pero a condición de recuperar su  nivel metabólico por la noche. Las vaquillas de Criollo
lechero centroamericano experimentaron las mismas reacciones, tanto de día como de noche. Esto indicaría que los mecanismos de resistencia tropical desarrollados por cada uno de esos dos tipos de ganado no son iguales. En materia de temperatura rectal, el comportamiento del Criollo centroamericano fue muy similar al del F2 Pardo Suizo × Cebú, y decididamente superior al de las razas europeas lecheras más especializadas

En Venezuela se efectuaron pruebas de campo relacionando el clima con la producción y algunas constantes
fisiológicas de ejemplares del Criollo lechero Limonero comparadas con las del Pardo Suizo. Estas experiencias
se realizaron en Maracay (Bodisco y Castillo, 1962).A una temperatura de 24°C se detectó en ambas razas una
producción de leche inferior al promedio individual; sólo a temperaturas superiores a los 25.9°C el descenso era
más pronunciado en el Pardo Suizo que en el Criollo lechero Limonero. Sin embargo, en los meses de mayor
precipitación pluvial, estos últimos producen mas leche que durante los meses secos (103.6%), mientras que el
Pardo Suizo desciende al 98.7% y hasta al 96.4% en los meses más húmedos. Esto indica que la mayor
disponibilidad de forrajes en pradera es mejor aprovechada por el Criollo lechero Limonero, mientras que el Pardo
Suizo, con mayor humedad, encuentra más difícil pastorear y aprovechar ese forraje. Estas observaciones fueron sustanciadas por otro estudio (Castillo y Bodisco, 1964) que midió el comportamiento en pastoreo de ese ganado.
Para las pruebas se escogieron cinco vacas de cada raza; las observaciones, diurnas y nocturnas, se extendieron tres días en marzo (estación seca) y otros tantos en setiembre (estación lluviosa). Las variaciones individuales observadas no permitieron conclusiones muy claras. Sólo se pudo afirmar que la diferencia de tiempo dedicado al pastoreo - según se produjera en la estación seca o en la lluviosa - era mayor en el Criollo Limonero que en el
Pardo Suizo; y que las variaciones, según el día de prueba, eran mayores en el último que en el primero. El
número de respiraciones por minuto se reveló más uniforme en el Criollo Limonero con un promedio de 44.6 en
marzo y de 43.1 en setiembre. En cambio, los promedios del Pardo Suizo fueron de 61.2 y 70.7, respectivamente.
Al parecer, esta respiración acelerada interfiere el proceso de prehensión de pasto en la pradera: el Criollo
Limonero promedió 29.6 prehensiones por minuto durante la actividad de pastoreo en marzo, contra 19.4 en
setiembre. Por el contrario, el Pardo Suizo promedió 24.6 y apenas 16.6 prehensiones por minuto,
respectivamente. Es lógico suponer que el consumo total de forraje se relaciona con esta diferente capacidad para morderlo.
Esta clase de pruebas no se repitieron en ninguno de los estudios posteriores realizados por los países con
interés en el ganado adaptado al trópico. Debe señalarse, no obstante, que en Brasil se efectuó un estudio que toma en cuenta algunas constantes fisiológicas como coadyuvantes a la selección del ganado de carne en ambientes tropicales (Gomes da Silva, 1973). Se detecto una correlación genética entre incremento diario de peso y temperatura rectal (r=0.90), y entre incremento de peso y ritmo respiratorio, en 192 animales de cruzamiento entre Cebú y Charolais.


Este tipo de investigaciones no están contempladas en los programas de mejoramiento genético de ganados
Criollos. El único trabajo conocido (Ulloa y de  Alba, 1957) se refiere al conteo de garrapatas (  Boophilus
microplus) y de nuche o tórsalo ( Dermatobia hominis) en diversas áreas del cuerpo del bovino durante 9 meses
del año; se trataba de sendas superficies de 10 cm2 en el costillar, el escudo y la paleta. El estudio incluyó a
Criollos lecheros centroamericanos de tres orígenes, San Rafael (Rivas) y Reyna, ambos de Nicaragua, y un tipo
proveniente de Honduras, así como al Jersey y F1 Suizo × Cebú

Sé calculo la correlación entre las infestaciones provocadas por los dos parásitos en conteos por vaca
individual, lo que arrojó un índice no significativo. Esto se debe a que, aunque los grupos más resistentes al
tórsalo (Honduras) también lo fueron a la garrapata, la variación individual no mostraba esa correlación.
Precisamente en el grupo mas resistente el conteo detecto vacas con cero tórsalos y más de 100 garrapatas durante todo el período de observación. Las técnicas de detección del desarrollo de la inmunidad a las garrapatas que
progresaron en Australia (Hewetson y Nolan, 1967) no han sido aplicadas al ganado Criollo americano; tampoco
las relativas al desarrollo de la inmunidad a las enfermedades transmitidas por la garrapata. Hay que anotar que el Criollo Blanco Orejinegro de Colombia debe su existencia y prestigio a su demostrada resistencia al tórsalo. Se ha localizado un solo trabajo que cuantifica esa resistencia, estableciendo comparaciones entre el Blanco Orejinegro y el Costeño con Cuernos. La observación de 10 animales de menos de un año, a los 80 días de haber sido desparasitados, arrojó el siguiente resultado: 4 tórsalos por cada Blanco Orejinegro contra 284 por cada Costeño con Cuernos (Botero, 1976).
La carencia de datos experimentales sobre la resistencia a los parásitos internos y otras enfermedades obliga a
recurrir a algunas observaciones empíricas. En Turrialba, Costa Rica, una región particularmente infestada por el
gusano del pulmón ( Dictyocaulus viviparus), las estirpes que formaron el Criollo lechero - provenientes de un
clima tropical mas seco que el de Turrialba, donde es escasa la presencia del  Dictyocaulus- no han mostrado
alguna resistencia palpable a ese parásito. En zonas con fiebre aftosa endémica tampoco se ha observado ninguna resistencia en las estirpes Criollas.







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