Las características de la
adaptación al clima tropical son, por su parte, parcialmente
detectables, por ser los
elementos del clima muy difícilmente aislables del ambiente total, que incluye
la
alimentación, la capacidad
de pastoreo, la resistencia a la
insolación. Las pocas pruebas existentes son, en
realidad, menores o
constituyen medidas imprecisas de la
adaptación total al medio. Esta adaptación total se
expresa en las tasas de
sobrevivencia, fertilidad, longevidad, algunas de las cuales serán examinadas
por otros
ponentes.
En América, es mayor
la preocupación por la ganadería de clima tropical. El énfasis menor puesto en
la de
climas templados se
debe a que los tipos de ganado y de forrajes, y las técnicas de su explotación,
provienen de Europa o de otras
regiones templadas y por eso se implantan con relativa facilidad en las áreas
de clima templado de América Latina.
Estas áreas se extienden al norte y al sur de los paralelos 23°27', es decir,
el trópico de Cáncer en el norte y el
trópico de Capricornio en el sur. A nivel del mar, toda la franja acotada por
ambos paralelos es tropical, con
ausencia total de heladas pero con humedad muy variable. En montañas y valles
sobre el nivel del mar, la masa
terrestre se modifica y adquiere características templadas, cuya variación
estacional es menor a medida que la zona se
aproxima al Ecuador.
Lo dicho, que es
obvio para cualquier habitante de los países comprendidos en la faja tropical,
suele ser
olvidado por algunos
investigadores de clima frío que consideran como adaptación tropical la de
ganados
europeos instalados
en México a 1 500 msnm. Desde luego: una mayor proximidad al Ecuador requeriría
alturas
mayores para obtener
la misma semejanza con los climas templados. Además de la altura, los vientos y
las lluvias pueden introducir
modificaciones particulares. Por tal motivo, es conveniente describir el clima
al menos a través de dos de sus
principales elementos, es decir, la temperatura y la humedad relativa. En
ausencia de datos sobre la última, se pueden
utilizar las cifras que registran la precipitación pluvial. Ambos elementos,
medidos cada mes, proporcionan 12
puntos que, desarrollados en ordenadas y coordenadas, describen gráficamente el
clima de un lugar determinado.
Es corriente dividir
este desarrollo gráfico en cuatro porciones, mediante una línea horizontal a
los 21°C y una
línea vertical a la
altura del 55% de humedad. Las curvas formadas por la unión de las 12
mediciones mensuales
determinan, si se
hallan por encima de los 21°C, lo que convencionalmente se designan como climas
tropicales;
si, además, se
encuentran a la derecha del 55% de humedad, se los considera tropicales
húmedos.
Un estudio de esta
naturaleza fue realizado por French (1958) para analizar la ganadería de Venezuela.
No
hemos localizado
estudios similares de la ganadería de otros países involucrados en esta
reunión.
La división de
climogramas según se hallen por encima o
por debajo de los 21°C se traduce en bases
fisiológicas
relacionadas con la ganadería. Mediante una serie de investigaciones efectuadas
en cámara climática, Johnson (1965)
descubrió que las razas lecheras menos adaptadas a los ambientes cálidos
empezaban a realizar gastos energéticos
extraordinarios - es decir, salían de la zona de termoneutralidad -
precisamente por encima de
los 21°C.
Porque, justamente,
la respiración es, en ambientes cálidos,
lo primero que reacciona en el bovino como
mecanismo adicional
de ventilación pulmonar y evaporación
para mantener la homeotermia. Si este gasto
fisiológico adicional
fracasa, se eleva la temperatura rectal. Basándose en estas observaciones, se
desarrollaron en América Latina ideas
relativas al índice de tolerancia al calor. En Brasil, Rhoad (1944) elaboró lo
que se ha
conocido luego como
la Prueba de Iberia de tolerancia al calor y Benezra (1952) en Venezuela trató
de mejorarla
incluyendo la
consideración del ritmo respiratorio. Ambas pruebas cayeron en desuso ante la
evidencia acumulada de que la verdadera
adaptabilidad al clima tropical incluía muchos otros factores, no tomados en
cuenta por esos índices simplistas.
La vida total del animal, en relación con el medio que lo rodea, incluye la
fortaleza neonatal, la sobrevivencia, el
rápido desarrollo de la inmunidad a las enfermedades y a la parasitosis
endémica, la capacidad de pastoreo, la
resistencia prolongada a la insolación, además de la resistencia al calor y a
la humedad. Parecía lógico medir la
productividad del ganado y tomarla como índice de adaptabilidad. Sin embargo,
se hicieron algunas observaciones
en Costa Rica y Venezuela que incluían las reacciones directas al clima de los
ganados Criollos.
En Turrialba, Costa
Rica (de Alba y Couto Sampaio, 1957), se efectuaron pruebas de seis horas, con
ocho
grupos raciales, en
dos ambientes distintos: 25°C y 13 mm de presión de Hg, y 40.5°C y 25.5 mm de
presión de
Hg. En ambos casos
las pruebas se realizaron tanto de día como de noche. La prueba adolecía de
restricciones de muestreo, ya que
solamente se podían emplear ocho animales en la cámara, de dos tipos
diferentes, o sea, cuatro animales de cada
raza. Algunos grupos (Jersey, Brahman) estaban constituidos por vaquillas
producidas por el mismo toro.
Esta restricción se
originaba en que solo se quiso utilizar animales criados en la vecindad de
Turrialba, para
evitar la interacción con experiencias previas provenientes de otros climas. La
prueba reveló
algunos aspectos
interesantes, que deben considerarse más como una orientación general sobre las
diferencias que como el conocimiento
exacto de las razas del muestreo
Una de las
observaciones más sobresalientes del estudio indica que el ganado Brahman
reveló constantes de
temperatura rectal
estadísticamente diferentes según que la
prueba fuera diurna o nocturna. Esto se refleja
claramente en el
número de respiraciones por minuto durante la prueba en cámara: a 40.5°C,
promediaron 86 en
las diurnas y 103 en
las nocturnas. En la prueba nocturna los animales parecían mas nerviosos, lo
cual permite
suponer que logran
una mayor capacidad de resistencia al calor durante el día reduciendo su
metabolismo y su
actividad muscular,
pero a condición de recuperar su nivel
metabólico por la noche. Las vaquillas de Criollo
lechero
centroamericano experimentaron las mismas reacciones, tanto de día como de
noche. Esto indicaría que los mecanismos de
resistencia tropical desarrollados por cada uno de esos dos tipos de ganado no
son iguales. En materia de
temperatura rectal, el comportamiento del Criollo centroamericano fue muy
similar al del F2 Pardo Suizo × Cebú, y
decididamente superior al de las razas europeas lecheras más especializadas
En Venezuela se
efectuaron pruebas de campo relacionando el clima con la producción y algunas
constantes
fisiológicas de
ejemplares del Criollo lechero Limonero comparadas con las del Pardo Suizo.
Estas experiencias
se realizaron en
Maracay (Bodisco y Castillo, 1962).A una temperatura de 24°C se detectó en
ambas razas una
producción de leche
inferior al promedio individual; sólo a temperaturas superiores a los 25.9°C el
descenso era
más pronunciado en el
Pardo Suizo que en el Criollo lechero Limonero. Sin embargo, en los meses de
mayor
precipitación
pluvial, estos últimos producen mas leche que durante los meses secos (103.6%),
mientras que el
Pardo Suizo desciende
al 98.7% y hasta al 96.4% en los meses más húmedos. Esto indica que la mayor
disponibilidad de
forrajes en pradera es mejor aprovechada por el Criollo lechero Limonero,
mientras que el Pardo
Suizo, con mayor
humedad, encuentra más difícil pastorear y aprovechar ese forraje. Estas
observaciones fueron sustanciadas por otro
estudio (Castillo y Bodisco, 1964) que midió el comportamiento en pastoreo de
ese ganado.
Para las pruebas se
escogieron cinco vacas de cada raza; las observaciones, diurnas y nocturnas, se
extendieron tres días en marzo
(estación seca) y otros tantos en setiembre (estación lluviosa). Las
variaciones individuales observadas no
permitieron conclusiones muy claras. Sólo se pudo afirmar que la diferencia de
tiempo dedicado al pastoreo - según se
produjera en la estación seca o en la lluviosa - era mayor en el Criollo
Limonero que en el
Pardo Suizo; y que
las variaciones, según el día de prueba, eran mayores en el último que en el
primero. El
número de
respiraciones por minuto se reveló más uniforme en el Criollo Limonero con un
promedio de 44.6 en
marzo y de 43.1 en
setiembre. En cambio, los promedios del Pardo Suizo fueron de 61.2 y 70.7,
respectivamente.
Al parecer, esta
respiración acelerada interfiere el proceso de prehensión de pasto en la
pradera: el Criollo
Limonero promedió
29.6 prehensiones por minuto durante la actividad de pastoreo en marzo, contra
19.4 en
setiembre. Por el
contrario, el Pardo Suizo promedió 24.6 y apenas 16.6 prehensiones por minuto,
respectivamente. Es
lógico suponer que el consumo total de forraje se relaciona con esta diferente
capacidad para morderlo.
Esta clase de pruebas
no se repitieron en ninguno de los estudios posteriores realizados por los
países con
interés en el ganado
adaptado al trópico. Debe señalarse, no obstante, que en Brasil se efectuó un
estudio que toma en cuenta algunas
constantes fisiológicas como coadyuvantes a la selección del ganado de carne en
ambientes tropicales (Gomes da
Silva, 1973). Se detecto una correlación genética entre incremento diario de
peso y temperatura rectal
(r=0.90), y entre incremento de peso y ritmo respiratorio, en 192 animales de
cruzamiento entre Cebú y Charolais.
Este tipo de
investigaciones no están contempladas en los programas de mejoramiento genético
de ganados
Criollos. El único
trabajo conocido (Ulloa y de Alba, 1957)
se refiere al conteo de garrapatas (
Boophilus
microplus) y de nuche
o tórsalo ( Dermatobia hominis) en diversas áreas del cuerpo del bovino durante
9 meses
del año; se trataba
de sendas superficies de 10 cm2 en el costillar, el escudo y la paleta. El
estudio incluyó a
Criollos lecheros
centroamericanos de tres orígenes, San Rafael (Rivas) y Reyna, ambos de
Nicaragua, y un tipo
proveniente de
Honduras, así como al Jersey y F1 Suizo × Cebú
Sé calculo la
correlación entre las infestaciones provocadas por los dos parásitos en conteos
por vaca
individual, lo que
arrojó un índice no significativo. Esto se debe a que, aunque los grupos más
resistentes al
tórsalo (Honduras)
también lo fueron a la garrapata, la variación individual no mostraba esa
correlación.
Precisamente en el
grupo mas resistente el conteo detecto vacas con cero tórsalos y más de 100
garrapatas durante todo el período de
observación. Las técnicas de detección del desarrollo de la inmunidad a las
garrapatas que
progresaron en
Australia (Hewetson y Nolan, 1967) no han sido aplicadas al ganado Criollo
americano; tampoco
las relativas al
desarrollo de la inmunidad a las enfermedades transmitidas por la garrapata.
Hay que anotar que el Criollo Blanco
Orejinegro de Colombia debe su existencia y prestigio a su demostrada
resistencia al tórsalo. Se ha localizado un solo
trabajo que cuantifica esa resistencia, estableciendo comparaciones entre el
Blanco Orejinegro y el Costeño con
Cuernos. La observación de 10 animales de menos de un año, a los 80 días de
haber sido desparasitados,
arrojó el siguiente resultado: 4 tórsalos por cada Blanco Orejinegro contra 284
por cada Costeño con Cuernos (Botero,
1976).
La carencia de datos
experimentales sobre la resistencia a los parásitos internos y otras
enfermedades obliga a
recurrir a algunas
observaciones empíricas. En Turrialba, Costa Rica, una región particularmente
infestada por el
gusano del pulmón (
Dictyocaulus viviparus), las estirpes que formaron el Criollo lechero -
provenientes de un
clima tropical mas
seco que el de Turrialba, donde es escasa la presencia del Dictyocaulus- no han mostrado
alguna resistencia
palpable a ese parásito. En zonas con fiebre aftosa endémica tampoco se ha
observado ninguna resistencia en las
estirpes Criollas.
jujutjtyjytjtyjyttyjg7ivjbkjxbkjhbxm,bn,dkhs,kdgsr
ResponderEliminarmuy bien
ResponderEliminarMe parese bien para saber algo de las vacas y.ayudarlas con su medio ambiente
ResponderEliminarmucho texto, poca mente
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